martes, 4 de diciembre de 2012

¿Pensamiento voluntarista o estrategia de comunicación?

En 1929, pocas semanas antes de aquel fatídico Jueves Negro, el economista Irving Fisher afirmó que "los precios de las acciones parecen haber alcanzado una zona alta de estabilidad". En 1938, el Primer ministro británico Neville Chamberlain informó al público de que los acuerdos de Múnich "garantizaban la paz".

Estos son dos de los ejemplos más típicos de lo que se ha venido a llamar “pensamiento voluntarista”, o lo que es lo mismo, de la concepción de ideas basadas en lo que resulta deseable o agradable de imaginar, en lugar de en las evidencias o la racionalidad.

En los últimos años, hemos visto múltiples declaraciones  (de políticos de uno y otro color) que nos recuerdan las palabras de Fisher. ¿Quién puede olvidar los “brotes verdes” que Elena Salgado veía ya en 2009? ¿O las declaraciones de Luis de Guindos hablando de "signos incipientes" pero "positivos" de una mayor confianza en España el pasado mes de marzo? No hace falta que señale que, solo unos meses después de que el Ministro abriese la boca, en junio la prima de riesgo rompía por primera vez en la historia la barrera de los 600.

Ahora bien, yo me pregunto: ¿está nuestra clase política aquejada de ese pensamiento voluntarista que ha hecho a algunas de las mentes más brillantes de la historia tomar decisiones totalmente erróneas? ¿O se trata más bien de una estrategia de comunicación cortoplacista, de la que se sirven nuestros gobernantes  para ir tapando fuegos mientras sacrifican su credibilidad y reputación a largo plazo?

En cualquiera de los dos casos: gran error.

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