Entono
el mea culpa porque no es de recibo que un blog no se actualice periódicamente,
incluso por encima de celebraciones. El cuaderno de bitácora era actualizado
siempre por los capitanes con lo que no
podemos ser menos. Por ello, en primer lugar de todo lamento el apagón navideño
y me pongo el propósito de que no vuelva a suceder.
Dicho esto, en este
recorrido que estoy haciendo en base a mis reflexiones, vienen al pelo las
dos columnas que he leído recientemente de José Luis Alvite en La Razón sobre
su profesión, el periodismo. De los dos que ha escrito bajo el título “Sillón de
peluquero” quiero que traeros el primero. Merece la pena leerlo. El segundo lo
podéis leer aquí.
“El periodismo impreso se desmorona en un momento en el que
el escepticismo parece haberse adueñado de la sociedad. Ahora que el derroche
tecnológico es arrollador, resulta que los periódicos se tambalean, los
profesionales hacen cola en el paro y en las peluquerías de caballeros sólo
leen revistas los miopes. Hay quien dice que la sofisticación tecnológica no ha
venido acompañada de la necesaria regeneración ética del periodismo y que el
posicionamiento ideológico de las cabeceras ha contaminado a los periódicos. Es
decir, irónicamente los periódicos se están muriendo por todo lo alto, en medio
de un abrumador derroche tecnológico, como un buque que fuese a zozobrar por
culpa del peso de sus botes salvavidas. ¿Por qué nos ocurre esto? ¿Tanto han
cambiado las cosas desde que yo empecé en este oficio? Sí, claro, cambiaron
muchas cosas, casi todas para bien. Lo malo es que nos hemos mezclado con el
poder y con las finanzas y hemos olvidado a quienes esperaban nuestras noticias
en el quiosco con el sueño en los ojos y una moneda en la mano.
Curiosamente,
las redacciones tienen ahora un aspecto más aséptico que cuando yo me senté por
primera vez en una y lo primero que hice fue aplastar una cucaracha con el mazo
de la baraja. En cualquier redacción hay ahora más limpieza que en la mejor
perfumería de la ciudad y más higiene que en cualquier hospital. Pero, ¿y el
entusiasmo? ¿Y aquella sagrada sensación de que la gente esperaría a primera
hora por nuestro trabajo en el quiosco de la esquina? ¿Y qué ha ocurrido para
que nos demos cuenta de que lo que las nuevas generaciones aprenden en las
facultades no es en absoluto mejor que lo que habían aprendido aquellos otros
periodistas sentados en el sillón del peluquero?”.
A mi me ha dado que pensar. Puede que sea nostalgia y lo de que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero incido en un aspecto que remarca Alvite, en la sensación del
lector que espera. El periodismo de hoy ¿piensa más en quien le compra o en
su anunciante? Siempre he oído a Luis María Anson una frase que me encanta: “Los
periodistas administramos el derecho a la información que tienen los ciudadanos”.
¿Realmente los periodistas son conscientes de la responsabilidad que tienen
frente a su lector? Yo creo que si lo fueran no seguiría siendo tan de actualidad esta portada. 22 años ya de ella.
En mi opinión, claramente los medios escriben hoy para sus fuentes y/o anunciantes, no para los lectores. Y ese es el gran error.
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